Aministía recuerda a Paraguay que debe seguir buscando verdad y justicia

La muerte del dictador paraguayo Alfredo Strossner a los 93 años, el miércoles 16 de agosto pasado en Brasilia, donde residía en exilio desde 1989, debe ser un recordatorio para las autoridades Paraguayas sobre la necesidad de acelerar las investigaciones sobre violaciones a los derechos humanos cometidas durante su gobierno y así mantener abierta la búsqueda de verdad y justicia, dijo hoy Amnistía Internacional.

Amnistía Internacional hizo un especial llamado a las autoridades paraguayas a proteger y hacer accesibles los archivos secretos de los organismos de seguridad del gobierno del General Stroessner -- conocidos como "archivos del terror" y descubiertos en 1992 -- y a apoyar efectivamente el trabajo de la Comisión de Verdad y Justicia.

Los archivos contienen información sobre graves abusos a los derechos humanos cometidos durante la dictadura del General Stroessner (1954-1989) en Paraguay y en el contexto del "Plan Cóndor". "La búsqueda de verdad y justicia de miles de personas en Paraguay y en América Latina hace imperativo que las autoridades paraguayas protejan los 'archivos del terror' e investiguen a aquellas personas que estuvieron involucradas en los graves delitos cometidos por el gobierno del General Stroessner y continúan en libertad gozando de impunidad," dijo Virginia Shoppee, investigadora de Amnistía Internacional sobre Paraguay.

Miles de personas fueron víctimas de detenciones arbitrarias, torturas, desapariciones y exilio forzado, tanto en Paraguay como en el contexto del "Plan Cóndor" durante la dictadura del General Stroessner.

Comentarios

Unknown ha dicho que…
STROESSNER Y BERNARDINO CABALLERO

(Por Luis Agüero Wagner, publicado en La Naciòn de Asunción, 28 de Junio de 2006)

El "valiente" tendotarca se despachó hace días con virulentas diatribas contra el ex dictador Alfredo Stroessner, a quien bien hubiera hecho en enfrentar en sus tiempos de esplendor para demostrar hombría, y no esperar a que se convierta en un inofensivo y senil nonagenario exiliado para desempolvar anacrónicos denuestos
Alejado de aquella imagen autocrática de aura prusiana ante cuyo paso se postraban adoptando posición de plegaria mahometana muchos cobardes que andaban por entonces relatando eventos deportivos ovetenses, es natural que hoy el anciano y derrotado general que no tiene quien le escriba, deba recibir así, retirado a cuarteles de invierno, la extemporánea ingratitud de quienes sólo heredaron beneficios de él.
La gente cuya inteligencia la tendotarquía subestima con frecuencia pero que no se deja engañar sabe perfectamente que el 3 de febrero de 1989 no cayó el edificio sino cayeron solo sus ocupantes. De inmediato los mismos adulones que por largo tiempo se prosternaban ante su general-presidente, manteniéndose interesadamente fieles hasta el minuto 44 del segundo tiempo, apoyaron al sucesor, asimilaron unos pocos contestatarios a bajo costo y se memorizaron el nuevo libreto de la "transición". Transición tramposa, donde lo único que vimos transitar fue un hato de mafiosos a otra carpa de mafiosos.
Quienes sabemos juzgar al pasado pero también sabemos ubicarnos en el presente cuando de criticar al gobierno se trata, y no nos dedicamos a hacer "oposición retroactiva" para defender al oficialismo y justificar los desmanes de hoy, comprendemos perfectamente que de la mano de la actual jerarquía colorada, el mayor y más persistente problema del Paraguay de hoy es la impunidad en tiempo presente que goza la corrupción en tiempo presente, aquella que pretenden ocultar bajo la alfombra quienes con un cinismo sin límites reniegan de cuatro décadas de su propia historia partidaria como si eso fuese suficiente mérito para seguir aplicando el "Ña mandá, ña mondá" de briosa vigencia. Si hoy pensasen negar lo mucho que se beneficiaron desde la ANR con la "Unidad Granítica", los métodos sangrientos para quebrar opositores y las censuras a la expresión el camino más fácil a sugerir sería afiliarse a otro partido.
Y aunque se "moleste" la tendotarquía, Bernardino Caballero y Alfredo Stroessner son y serán para siempre las figuras más emblemáticas y destacadas de su partido, el colorado. Hubo otros caudillos civiles o militares señeros del coloradismo, como el legionario Juan B. Egusquiza, Lino Oviedo, Higinio Morínigo (el primer tendotá), Édgar L. Ynsfrán, Andrés Rodríguez o Natalicio González, es cierto, pero ninguno de ellos ocupará el sitial histórico preponderante de Caballero o Stroessner. Ambos fueron generales con mando de tropa que por audacia accedieron a la más alta investidura en ancas del respaldo brasilero y reformaron la administración pública con efecto duradero. Ambos se volvieron como consecuencia del mando, cada cual a su tiempo, los hombres más ricos del país.
Bernardino Caballero fue no solo un esclavista en cuyas tierras "se castraba y se exterminaba, explotando la yerba mate por medio de la esclavitud, el tormento y el asesinato" como escribiera Rafael Barret. Era el mayor esclavista del Paraguay y merced a ello levantó su fortuna. Bernardino Caballero y su asociado Luis Patri recibieron todo el ferrocarril entregando a cambio una suma de dinero menor a la que pagó el fisco por adquirirlo de Travassos, Patri y Co. cuando aún no existía el tramo Paraguarí-Villarrica.
Aquel negociado, paradigma de los que se hacen en el presente, se realizó dos y tres veces, para continuar con el flete oneroso facturado al estado por carga diversa. Bernardino Caballero también favoreció, protegió y trabó alianza con el gran capital para hacer trabajar a la mano de obra local a costo mínimo, manejando negocios públicos como hacienda particular y repartiendo zoquetes y prebendas a correligionarios.
Stroessner se mantuvo fiel a la tradición y además convirtió a la ANR en la aceitada maquinaria de control de masas que es hoy. En gratitud a su servicio al partido y a instancias de la Junta de Gobierno, la Convención del Partido Colorado eligió a Stroessner ocho veces candidato del partido a la Presidencia de la República y lo distinguió con el título de presidente honorario. No será un triste imitador en miniatura ni su coro de lacayos que se deshacen enjuiciando sumariamente el pasado, para exculpar un presente de ignominias, quienes borren todas estas verdades de las páginas de la historia.

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