ALICE IN CHAINS: 'Esperanza . Un nuevo comienzo'

Con esas palabras vuelve al mundo de los vivos una de las bandas más grandes de las últimas décadas: Alice in Chains.

¿Quién dijo que no podía pasar algo así? Seguro que Brian Johnson no. Tomar el relevo de toda una figura como Bon Scott o Layne Staley no sólo requiere un talento a la altura y una química real con la banda, sino una buena dosis de agallas.

Siguiendo con las similitudes (quizás no tan casuales, sabiendo que Angus Young es uno de los guitarras favoritos de Jerry Cantrell, líder de la banda), ambas bandas rinden tributo con sus títulos al compañero fallecido e inician una nueva etapa sirviéndose de colores. “Back in black” y “Black gives way to blue”. Veamos qué nos depara esta nueva era.


Jerry Cantrell, en la opinión del que suscribe, no ha querido ser demasiado brusco, y ha preferido hacer las cosas poco a poco. Éste, antaño en segundo plano para esas armonías escalofriantes, y 1ª voz en algunos temas como “Grind”, “Got me wrong” o “Heaven beside you”, se convierte aquí en solista a pleno rendimiento. La voz de William Duvall únicamente aparece al frente en un tema completo y en ciertos pasajes a lo largo del disco. Quizás pensó Cantrell que los fans estarían preparados para seguir escuchando su voz, pero no para, de golpe y porrazo, oír a un “extraño” en el lugar de aquel que nos estremeció con cada sílaba en el pasado. Seguro que en el futuro eso cambia.

Es curioso que su anterior disco de estudio acabara con un tema titulado “Over now”(traducido libremente, “Ya se acabó”), como si de un cierre de capítulo se tratara.

Con las primeras notas de “All secrets known” (Tool viene a la cabeza nada más pulsar play), las cosas ya son distintas. No se trata del clásico “opener” demoledor de Alice, sino de una épica declaración de intenciones. Con una letra como ésta, su lugar no puede ser otro en el álbum. Reminiscente del “Degradation Trip” de Cantrell, aunque menos denso qué aquel, el tema anuncia una nueva y luminosa era. Sí, luminosa. Dentro de los parámetros de la banda, claro. El alivio de poder avanzar, sin la lacra autodestructiva que acompañó a la banda en el pasado y gracias en parte al muy diferente y saludable perfil del nuevo frontman, se transmite a lo largo del tema, sin negar en ningún momento las heridas/lecciones del pasado. Como dice Cantrell, “Cada álbum es diferente y expresa dónde está la banda en ese momento”. Es maravilloso volver a escuchar a un batería tan personal como Sean Kinney, que junto al enorme Mike Inez y su infalible peso, mantiene el motor a 200 a lo largo de todo el álbum.

“Check my brain” es de los temas más “accesibles” que hemos oído de Alice. Sin que ello signifique precisamente algo malo. La palabra “California” en su estribillo da una extraña sensación, la verdad. A todos nos viene a la cabeza más de un tema con esa ciudad mencionada, pero no suele ser en una banda oscura como esta. La ironía implícita en la letra aclara las cosas, al versar sobre el cambio de aires que sufrió el guitarrista al trasladar su residencia del lluvioso Seattle a la soleada localidad costera. Ese riff armonizado nos zarandea el cerebro, dándonos la bienvenida al bajel de Alice. Un poderoso single, sin duda.



Y después llega el momento de la verdad para el nuevo vocalista: “The last of my kind” deja claro el poderío de William Duvall, y su buen hacer como letrista. Imprime su personalidad en ambos campos, tanto como en su anterior banda, Comes with the fall. El estribillo podría pertenecer perfectamente al último LP de aquellos. Las imprescindibles armonías marca de la casa la vinculan con su “nuevo hogar”, en cualquier caso. Pesado y rabioso, muestra de la buena nueva ecuación resultante.

Se trata de una voz distinta y con personalidad propia, que a la vez sabe dar el carácter adecuado en los directos a las partes de Staley. Aún así, la impresión es que quizás se le debió ceder un poco más de protagonismo al nuevo miembro en las mezclas vocales. Por otro lado, sus guitarras y las de Cantrell elaboran aquí una gruesa trama, en la que sin duda es la producción más densa en la discografía de la banda, cortesía de Nick Raskulinecz (Rush, Foo Fighters …), en oposición a la mayor desnudez de los primeros albumes.

“Your Decision” nos devuelve la magia acústica clásica de Alice. La idea es “sobrevivir al dolor y elegir la vida”, según la banda. El viaje hacia nuevos horizontes continúa así pues.

“A looking in view” fue el primer tema que la banda mostró y fue toda una declaración de intenciones. No levantaron el pie del acelerador en la apisonadora. Siete minutos aplastantes y densos que nos mostraron como la banda y su nuevo miembro podían descargar su lúgubre y pesado lamento igual que en sus mejores tiempos. De nuevo, un espesor similar al segundo álbum en solitario de Cantrell. Demoledores Kinney y Inez.

Y con “When the sun rose again”, volvemos al terreno acústico. Sólo en el estribillo y en el solo dejan entrar a la guitarra eléctrica, y así consiguen esa sensación de intimidad y oscuridad. A pesar de lo pantanoso del ambiente, sigue el mensaje de nuevos tiempos. “Es tiempo de adentrarse en donde nunca estuviste” dicen en su letra. Que salga el sol. Resulta inevitable seguir viendo referencias a Staley.

Con “Acid bubble” llegamos, en mi opinión, a uno de los puntos álgidos del disco. Ese cambio brusco del lamento al grito desafiante, y esa colección de riffs y arpegios geniales, son incontestables. La tónica del disco en cuanto a la mezcla vocal sigue, pero para el directo, Duvall se reserva las estrofas (ver video), repartiéndose de una manera más apropiada las tareas entre él y Jerry. Alice in Chains ha vuelto, pero la criatura ha mutado.



La recta final del disco nos trae otros dos de los puntos cumbre del disco y un par de piezas que podían, y ya no en cuestión de producción o arreglos, sino en todos los sentidos, encajar al 100% en un disco solista de Cantrell. Sobre todo “Lesson learned”, un estupendo y dinámico tema, pero quizás de menor categoría que el resto.

El otro es “Take her out”, y no puede uno sino pensar que se refiere a Alice, esa bella y a la vez terrorífica dama de la que no se supo durante tanto tiempo. Pues bien, está viva.
Cantrell puro. Pero, al fín y al cabo, ¿no ha sido la mayoría de las composiciones de la banda firmada por Jerry?

Entre ambos temas se halla la sobrecogedora “Private hell”, reminiscente en cierta medida del clásico “Down in a hole”. Melancolía y vulnerabilidad , con esos ambientes que sólo sabe crear el ente Cantrell-Kinney-Inez, con la fantástica labor de Duvall en unos coros que estremecen.

Para cerrar, la joya con la que la banda deja al oyente con el corazón en un puño. La canción que da título al disco va dirigida sin ningún tipo de rodeos al desaparecido Staley. ¿Qué hacer con su vida tras lo ocurrido? Al parecer, la grabación de “Black gives way to blue” fue toda una prueba para Jerry, que llegó a pasar por auténticos ataques de ansiedad en el proceso. La sorprendente intervención de Sir Elton John al piano (un artista que marcó de manera clave a Cantrell, antes de entrar en el rock de guitarras) contribuye aún más a la transcendencia de un tema que -si esta nueva etapa tiene continuidad-, se convertirá, sin lugar a dudas, en un clásico de la banda.

Pura fragilidad a través de unos arreglos mínimos, etéreos y angelicales, que parecen llevarnos a navegar entre las nubes, en busca del amigo perdido. El sonido “funde a negro” y nos deja embargados, con una mezcla de tristeza, ternura, y sobre todo alegría por poder escuchar a estos grandes artistas de nuevo.

“Queremos crear nuevos recuerdos” dice William Duvall.

Escrito por: Juanjo de Latorre.



Podéis escuchar un previo del álbum aquí:

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